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El rey está desnudo

El rey está desnudo

Es cada vez más frecuente encontrarse con miembros de la comunidad marcial, sobre todo aquellos que pertenecen al status quo, señalando a Bujinkan como un fraude o Mc Dojo. Se nos acusa de enseñar técnicas marciales que no sirven o que son irreales y en los casos más extremos hasta de ser una estafa para sacarle el dinero a la gente.
Es tan común encontrarse con videos de practicantes de nuestra escuela exhibiendo cosas que carecen de sentido, que se ha generado una mala predisposición
a ver cualquier tipo de contenido que provenga de nosotros. Esto ha provocado críticas y burlas incluso en videos en los que se están ejecutando las técnicas de forma correcta.

Por supuesto que algunas de estas acusaciones son producto de personas malintencionadas, que sacan las cosas de contexto o de Youtubers de poca importancia en búsqueda de generar audiencia. Pero para ser honesto, en muchos casos son criticas con fundamentos reales, realizadas por artistas marciales de respetables trayectorias.
Este bajo nivel en la calidad técnica de muchos practicantes, es el resultado de instructores que priorizan el dinero por sobre la práctica marcial. Instructores que desde hace ya muchos años, se han acostumbrado a enseñar fantasías, regalar grados y poner a personas no capacitadas a dar clase, con el único objetivo de producir nuevos alumnos que asistan a sus seminarios.

Es importante empezar a hablar de este tema y evidenciarlo. Sobre todo teniendo en cuenta que una de la más importantes tareas de cualquier instructor, es ayudar a perpetuar la tradición en el tiempo para las próximas generaciones. Si la situación sigue de este modo, el prestigio de Bujinkan seguirá deteriorándose hasta que en algún momento ya no quedarán más personas interesadas en nuestro arte.
Esto ya ha sido señalado en múltiples oportunidades por diferentes miembros de la escuela, ante lo cual rápidamente aparecen los responsables de la situación en la que nos encontramos, tratando de desestimar o quitarle importancia a estas críticas con contra argumentos pobres del estilo: “dejemos que piensen lo que quieran” o “no hay que preocuparse por lo que otros digan, lo importante es que seamos felices”.
Cerrarse sobre uno mismo, tapándose los oídos como un niño que no quiere oír el reto de su madre, es una actitud claramente infantil. Si existe un problema y el mismo es evidenciando, la actitud que tomaría cualquier guerrero es la  de confrontarlo y resolverlo. Crear una burbuja de seguridad que ampare a los responsables, solo para que puedan seguir sacando un rédito económico gracias una mala enseñanza, no solo hará que las cosas no cambien, sino que las agravará hasta lleguen a un punto de no retorno.

“El rey desnudo” es un cuento de “Hans Christian Andersen”. Cuenta la historia de un rey que es engañado por dos sastres que le venden un traje que en realidad no existe. Llega el día en que el rey estrenará su nueva prenda y todo el pueblo espera ansioso poder verlo. El mismo rey se prepara para el evento y aún cuando no es capaz de ver ningún traje frente a sus ojos se miente a si mismo, hace de cuenta que se lo pone y sale a la calle a desfilar. Todos son conscientes de que el rey está desfilando por la calle sin ropa, pero temiendo ser señalados por los demás, nadie hace comentario alguno.
Repentinamente un niño en un gesto de total honestidad señala al rey y grita “el rey está desnudo”. Todo el pueblo se da cuenta de que la situación es insostenible y comienzan a reírse y burlarse del rey. Este último, en un gesto de orgullo y arrogancia sigue desfilando desnudo por el pueblo, sin importarle haber quedado exhibido ante todos como un estúpido.

 

Hay muchos reyes desnudos entre los instructores de Bujinkan y aunque la comunidad marcial los ha señalado en más de una oportunidad por falta de lógica en lo que enseñan, al igual que en el cuento, son tan arrogantes que no son capaces de aceptar ninguna de las críticas que reciben. Podrían aunque sea una vez levantar la mano, bajar la cabeza y decir: “me equivoqué, les pido disculpas a todos. Lamento haber hecho quedar mal a al escuela y me voy a esforzar por que no vuelva a suceder”. Muy por el contrario, en general redoblan la apuesta esgrimiendo excusas de las más variadas para justificarse.

A los reyes desnudos les encanta hablar de introspección, pero jamás serán capaces de hacer una auto crítica. Son en realidad personas egoístas a las que no les importa nuestra comunidad. Parecen no entender que lo que está en juego no es exclusivamente su reputación, sino la de la escuela a la que representan, la de sus maestros y la de todos sus miembros.
Es fácil reconocerlos porque les incomoda ser criticados y puestos en el centro de la escena de forma negativa. Ellos quieren seguir adelante con sus negocios sin que nadie se de cuenta. En cuanto son evidenciados comienzan a quejarse, acusando a quienes los señalan de entrometidos, de envidiosos o de personas con mucho tiempo libre que prefieren criticar a otros injustamente antes que ocuparse de si mismos. Por supuesto que estas reacciones solo los ponen en evidencia, quedando demostrada la veracidad de las acusaciones.
Los reyes desnudos enseñan técnicas que rompen con las reglas de la física, generando situaciones delirantes, bizarras y en muchos casos sumamente peligrosas. Si las pobres víctimas de estos profesores tienen alguna vez en su vida la desgracia de tener que recurrir a lo que aprendieron para defenderse, solo espero que tengan mucha suerte, porque la van a necesitar.
Por supuesto estos maestros no se harán responsables si algo malo les sucede a sus alumnos al intentar poner en práctica los disparates que les enseñaron.

En general estas personas mezclan sus enseñanzas con todo tipo de esoterismos, filosofías new age, terapias y disciplinas complementarias que nada tienen que ver con Bujinkan.
Muchos de ellos tienen muy mal estado físico, problemas de obesidad o hábitos no saludables o adictivos.
Lamentablemente también se encuentran dentro de este grupo, aquellos que incluso han tenido problemas de distintos tipos con la ley, dejando una mancha imborrable sobre nuestra escuela.
Suelen priorizan el dinero y el negocio por sobre el desarrollo humano a través de la marcialidad. Son excesivamente permisivos y regalan grados sin control. Nunca falta la oferta de cursos, seminarios, clases especiales, talleres, fiestas de cumpleaños y cuanto evento se les pueda ocurrir. Siempre hay una buena excusa para sacarle un poco más de dinero al alumno.

Pero también hay que reconocer que en algunos casos, estos reyes desnudos han terminado siendo víctimas de si mismos. 
Luego de crear sus mundos mágicos de fantasía, mediante la utilización del marketing y de algunas metodologías de cooptación, logran formar un séquito de personas que los siguen y aplauden sin la menor capacidad crítica. Esto hace que terminen creyendo que esos mundos ficticios que inventaron son reales.

Cuando uno comienza un arte marcial lo primero que hace es copiar el comportamiento de los demás, pero si lamentablemente uno ingresa a un dojo donde se enseñan disparates, terminará siendo una víctima y quedando atrapado en una situación de la que no se sale fácilmente.

 

EL STATUS QUO Y LA HISTORIA DE LAS ARTES MARCIALES

¿Quién es el status quo y por qué debería importarnos?

No hay duda de que hoy en día el status quo de las artes marciales son los “Deportes de combate”. Estas son disciplinas reconocidas y aceptadas por la mayoría de la sociedad a nivel global como aquellas que merecen ser practicadas. Al igual que nuestras artes en la antiguedad han sido capaces de probar su efectividad en el campo de batalla actual, demostrando su superioridad ante las demás disciplinas. Ejemplos de esto pueden ser el Gracie (o brazilian) Jiu jitsu o las MMA.
Lograron a ocupar el lugar de status quo gracias a una serie de sucesos que les permitieron ser capaces de revolucionar la lógica bajo la que se venían practicando las artes marciales a nivel mundial. Estos sucesos se dieron durante el siglo pasado, comenzando en la década del 20 y llegando al punto de coronación en las décadas de los 80 y 90. 

Para comprender mejor este ascenso y dominio, como así también el declive de las artes tradicionales, es necesario hacer un repaso muy breve y simplificado de la historia de las artes marciales japonesas, marcando 3 puntos de inflexión que cambiaron el motivo y la forma por la cual eran practicadas.
Las artes marciales Japonesas tienen sus orígenes en China y Korea y en un principio tenían el único objetivo defender la propia vida imponiéndose ante los enemigos mediante el uso de la fuerza. Esto se mantuvo así hasta el final del período conocido como “Sengoku jidai” que finaliza en 1615.
Durante todo este tiempo la posibilidad de tener que usar las artes marciales para sobrevivir era altísima, por lo que la efectividad lo era todo. En un campo de batalla no existen reglas de ningún tipo y la utilización de todo tipo de armas y armaduras era la norma. Las raíces de las escuelas que nosotros practicamos hoy en día fueron protagonistas de esta época.

Llamativamente este período histórico, con una fuerte presencia de shinobi y samurai, suele ser visto con admiración por el status quo de las artes marciales. Teniendo en cuenta esto ¿cómo puede ser que en la actualidad las raíces de nuestras artes sean vistas con buenos ojos pero nuestra práctica actual no? Algo tiene que haber pasado en el medio para que esto sea así.

 

 

Primer punto de inflexión:

Luego de muchos años de conflicto Tokugawa Ieyasu logra unificar Japón. Las guerras cesan y se imponen los tiempos de paz, dando de esta manera comienzo al “período Edo” que irá desde el 1615 hasta el 1868.

A partir de este momento las practicas marciales entran en una etapa más académica. Aparecen estudiosos de las mismas que teorizan sobre ellas y se desarrollan cientos de escuelas, estilos y técnicas que no necesariamente serán utilizadas en un campo de batalla real. Al mismo tiempo las prácticas esotéricas, espirituales y filosóficas se funden aún más con las diferentes tradiciones marciales, cargándolas de un sentido más profundo y complejo acorde a los tiempos de paz. Aquí aparecen las raíces de lo que muchos siglos más adelante sería conocido como Budo.

Esta época se caracterizó también por la aparición de grandes maestros e instructores de kenjutsu que eran contratados por los daimyo para entrenar a sus tropas. Es también la romántica época de los samurai errantes que viajaban por japón realizando su “musha shugyo”, intentando conquistar el título de “Kengo” (maestro sin igual).
A partir del 1700 florecen los enfrentamientos entre escuelas y se incorporan nuevos elementos de práctica que permiten a los guerreros ponerse a prueba de forma práctica. Ejemplos de esto son la invención del fukuro shinai (espada de caña de bambú) o el bogu (armadura protectora de práctica).
llegado el 1800 algunas artes ya comenzaban a alejarse del realismo, generando kata excesivamente floreados y visuales (kaho kempo), los cuales fueron duramente criticados por los artistas marciales del momento. Como contra movimiento aparecen varios guerreros y escuelas que impulsan la práctica de Gekiken o Shinai uchi komi geiko, incentivando los enfrentamientos libres entre practicantes utilizando protecciones (bogu).
Es interesante remarcar como ya ha pasado varias veces en la historia que las artes marciales se alejan del realismo para luego volver a el.
Pero al margen de estos casos aislados, en su gran mayoría el estudio marcial seguía teniendo como norma lo práctico. Lo que se entrenaba tenía que ser útil y efectivo en caso de que fuera necesario utilizarlo en algún momento. 

 

 

Segundo punto de inflexión:

El período Edo concluye con la llega de la “Restauracion Meiji”. El emperador, en conjunción con una nueva aristocracia, toma el control de la nación con el objetivo de comenzar a interactuar con el mundo occidental al que habían estado dándole la espalda durante tanto tiempo. Los samurai son definitivamente corridos del rol de autoridad.
Este proceso se caracterizó por ser una época turbulenta y de muchos enfrentamientos entre aquellos que querían mantener las tradiciones originales y aquellos que querían modernizarse y adoptar las costumbres extranjeras.
Todavía en este período la efectividad del arte marcial practicada era sumamente valorada. Se entrenaba duramente y existían en todo momento encuentros entre diferentes escuelas para poner a prueba las habilidades propias. 
20 años luego de que este proceso concluyera nacería Takamatsu sensei. Esto quiere decir que Toda sensei, su maestro, posiblemente haya participado (es solo una suposición) o como mínimo fuera testigo visual de estos acontecimientos. Teniendo en cuenta esto, sería tonto pensar que en esa época en nuestras escuelas no se entrenaba de forma acorde al momento histórico que les tocaba vivir. Es también sabido que el dojo de Toda sensei era frecuentemente visitado por otras tradiciones marciales para realizar enfrentamientos “amistosos” y poner a prueba la efectividad del arte practicada. 

Aquí se encuentra el segundo punto de inflexión en la historia de las artes japonesas y también el cambio más brusco. Ante la apertura al nuevo mundo y sus costumbres, muchas de las tradiciones orientales no encajaban correctamente en la lógica occidental. Es así como las artes marciales se empiezan a transformar dotándolas de características que las hagan parecerse más a los deportes occidentales.
El terminó jutsu es reemplazado por el de do y el concepto moderno de “budo”, entendiéndolo como un camino de desarrollo humano que utiliza la práctica marcial como herramienta para lograr tal fin, 
se termina imponiendo.
Las artes marciales dejan de estar pensadas para el campo de batalla. La práctica en muchos casos se vuelve aún más introspectiva y una ética humanitaria con valores que promueven la civilidad es introducida en los practicantes. La efectividad queda relegada a un segundo plano.

La marcialidad es ahora una herramienta que le permite al ser humano obtener habilidades y características propias de los guerreros, pero que ya no serán puestas a prueba en el campo de batalla, sino en la vida cotidiana.
A través de la práctica de budo uno puede 
desarrollar el carácter necesario para transformarse en un ser humano que pueda contribuir con la sociedad brindando lo mejor de si mismo.
Es así como el Kenjutsu se transforma en Kendo, el Ju jutsu se vuelve Judo y el Aiki jutsu se convierte en Aikido. El Gendai budo (artes marciales modernas) ha nacido.
El Karate, el Judo, el Aikido y el Kendo toman el centro de la escena y pasan a ser las artes 
más practicadas. Gracias a la apertura y el intercambio con otras naciones los occidentales también comienzan a practicar. Muchos estudiándolas con devoción y otros, ya desde el comienzo, agregando sus propios puntos de vista. 
 

Pero no todas las artes marciales antiguas toman este camino. Algunas de ellas mantienen sus tradiciones de forma casi inalterada, intentando preservar su objetivo inicial, el de la efectividad de sus técnicas para la supervivencia. A estas artes se las conoce como
Koryu Bujutsu (artes marciales clásicas o antíguas).
Desafortunadamente 
no todas ellas logran este cometido. En general estas artes son practicadas por muy pocas personas y sus enseñanzas valoradas como grandes tesoros de forma excesiva. En muchos casos son tan crípticas hacia el exterior que terminan sin herederos o practicantes que quieran seguir adelante con ellas, haciendo que muchas desaparezcan.
Con el correr del tiempo algunas se transforman en versiones más lavadas de si mismas. Pierden parte de su material técnico y comienzan a ritualizarse en exceso, alejándose de cualquier tipo de conexión con el objetivo inicial para el cual fueron creadas.
Muchos de sus miembros solo las practican porque tienen la responsabilidad o la obligación hereditaria de hacerlo. Esto hace que muchas tradiciones sean llevadas adelante por personas que en realidad no tienen un verdadero interés en la marcialidad o en estudiar en profundidad la verdadera efectividad de lo que están practicando

 

 

Tercer punto de inflexión:

Concluida la segunda guerra mundial las artes marciales modernas se popularizan en occidente y la cantidad de practicantes crece enormemente. Llegan al cine, se crean federaciones, torneos, reglas, códigos de conducta y comienzan a aparecer los “grandes maestros”.
Gracias a la fusión del arte marcial con la cultura occidental y por sobre todo a la cultura norteamericana que era la que se imponía a nivel mundial, se introduce la idea de ver a las artes marciales como un negocio del cual sacar una ganancia. De esta manera las distintas disciplinas comienzan a competir fervorosamente por los alumnos disponibles en el mercado. 
Las artes se especializan, algunas se concentran en los lances, otras en las patadas, otras en las luxaciones, en el desequilibrio, en la fuerza del golpe único, todas aseguran ser las mejores y las más efectivas. Pero lo cierto es que lo único que hacen es cerrarse sobre si mismas generando lógicas propias, donde las cosas que se enseñan funcionan dentro de sus propios mundos y solo en el caso de que sus reglas sean respetadas.
Es así como a principios del 1900 nacería un nuevo y legendario maestro, quien viendo esto con absoluta claridad sería el punto de ignición para un cambio radical en el mundo de las artes marciales. Gracias a sus acciones se establecería en occidente una nueva lógica para valorar la importancia de un arte, la cual sigue vigente hasta hoy en día. Estoy hablando del gran maestro Helio Gracie.

Helio había comenzado la practica de Judo junto a sus hermanos concentrándose sobre todo en el estudio de ne waza (combate de piso). Técnica que le permitía ser capaz de imponerse a oponentes de mayor tamaño y fuerza. Es así como luego de lograr una buena capacidad técnica comienza a competir en su país de origen (Brasíl) en innumerable cantidad de torneos y competencias obteniendo un gran reconocimiento. Llegada la década del 50 Helio lanza al mundo el “desafío Gracie” que consistía en combatir con oponentes de otras artes, en un formato sin reglas ni puntos en el cual la victoria estaba dada por sumisión o abandono.

El punto cúlmine en la carrera de Helio se dió en su enfrentamiento al gran maestro japonés Masahiko Kimura, al cual no pudo derrotar.

En los años siguientes la técnica de “ju jutsu ne waza” de la familia Gracie se seguiría desarrollando y perfeccionando hasta transformarse en lo que conocemos hoy en día como “Gracie o Brasilian Jiu jitsu”. 

Al final de la década del 80 la familia Gracie había establecido como tradición retar a cualquier practicante de artes marciales a un combate libre, sin reglas de ningún tipo, con el objetivo de demostrar que “todas” las artes marciales modernas habían perdido su efectividad. Lo que al mismo tiempo les permitiría probar que el Gracie jiu jitsu era el arte marcial más efectivo del mundo.
Es así como múltiples maestros de artes marciales sienten su ego muy afectado y responden al llamado, siendo todos ellos derrotados muy fácilmente. Las continuas victorias de la familia Gracie terminaron provocando una crisis en la lógica con la que las artes marciales eran practicadas, siendo el desenlace de esto la aparición de las primeras competiciones de artes marciales mixtas con su primer y famoso torneo de “Vale tudo”.

Como consecuencia del pésimo desempeño 
en estos eventos, las artes modernas (gendai budo) comienzan a perder estudiantes de forma exponencial, los cuales migran hacia otras prácticas más efectivas.
En líneas generales la respuesta de estas disciplinas al abandono de sus estudiantes ha sido concentrarse en el marketing, ignorando el verdadero problema, estrategia que no ha hecho otra cosa más que jugar en su propia contra. El karate, el judo, el aikido, el kung fu, etc son puestos en tela de juicio y dejan de ser la primer elección a la hora de practicar un arte marcial.
El Vale tudo evoluciona en lo que conocemos hoy como MMA, logrando de este modo establecerse como nuevo “status quo” de las artes marciales a nivel mundial y ostentando el poder de determinar que artes son efectivas y por lo tanto cuales vale la pena practicar.

El objetivo de la mayor parte de los practicantes hoy en día es la competición, ser el mejor, alcanzar la cima, obtener fama y dinero a costas de destruir la propia integridad física a una temprana edad. Lo cual va totalmente en contra de los valores propuestos por el “gendai budo” o artes marciales modernas que hoy son vistas como “tradicionales o antiguas”.
Pero este fracaso no puede adjudicarse solo a su accionar y a su falta de efectividad. Las actividades que una sociedad elige practicar y fomentar también van acordes a los valores y principios que reinan en la sociedad en el período histórico que le toca vivir.

Lo cierto es que la historia de las artes marciales, como casi todo en la vida es de carácter cíclico. Aquello que hoy está arriba y domina mañana estará abajo y será dominado. Desde hace ya bastante tiempo las MMA ocupan este lugar de superioridad, pero teniendo en cuenta la dirección en la que va el mundo, está llegando la hora de que el sentido para el cual las artes marciales se practican cambie nuevamente.
Lamentablemente este cambio viene con retraso. Pareciera que las artes marciales tradicionales, que nuevamente tienen que recuperar el centro de la escena, no están pudiendo ponerse a la altura de las circunstancias para dar la batalla necesaria.
En un mundo que ética y moralmente está cambiando de forma muy veloz y que al mismo tiempo, tiene una tendencia a ser cada vez más civilizado y humano, en algún momento ya no habrá lugar para el comportamiento cavernícola que proponen los “deportes de combate modernos”.

 

 

VOLVIENDO A NOSOTROS

La crítica que el status quo nos hace es que supuéstamente decimos estar enseñando un arte marcial que puede ser utilizada para defenderse en una situación de peligro real, cuando en realidad esto no sería cierto. Se nos acusa también de ser poco realistas, fantasiosos y por sobre todas las cosas de no realizar los ejercicios necesarios que permitan poner a prueba el arte en una situación de conflicto moderno. Como resultado de esto nuestros practicantes terminan generando una falsa sensación de seguridad en si mismos que los pone en peligro.

En gran parte esta crítica es válida y cierta. Y ha sido fomentada a lo largo del tiempo por montones de profesores que en su afán de lograr fama y dinero enseñan cosas poco realistas o regalan grados a personas no capacitadas.
Por más en contra que uno pueda estar con la ética y la conducta de las MMA, lo cierto es que para que una práctica pueda ser considerada “arte marcial” tiene que ser efectiva. En definitiva ese es el objetivo para el cual las mismas fueron creadas.

Si en lugar de afirmar que nuestro arte sirve para la defensa dijéramos que practicamos un arte antiguo que ha quedado en desuso, o un arte que no tiene fines marciales sino que es únicamente un camino de auto conocimiento, o que nuestro objetivo es únicamente el de perpetuar una tradición en el tiempo, no seríamos criticados. El problema está en que si uno asegura que lo que enseña es un arte de combate tiene que poder demostrar su efectividad. Por lo tanto, el status quo, solo validará a aquellas prácticas que puedan pasar una simple prueba, ser capaces de combatir de forma libre contra otro arte logrando que sus técnicas y habilidades le permitan imponerse al oponente, o como mínimo, salir airoso de la situación deteniendo las técnicas del adversario. En conclusión, toda disciplina que no realice sparring (randori), o que no ponga a prueba su arte contra un oponente que se resiste, queda automáticamente desestimada y es puesta en duda ya que su capacidad técnica no puede ser demostrada. 

Que el status quo afirme esto bajo ningún punto de vista quiere decir que el planteo sea 100% cierto. Desde mi punto de vista nuestro arte es perfectamente útil para la defensa personal.
Por falta de educación y conocimiento hay muchísimas cosas que se le escapan al status quo a la hora de evaluar a las artes marciales tradicionales como la nuestra, que al margen de la efectividad tienen otros objetivos que son muchas veces puestos a la misma altura que la habilidad técnica. 
La primera falla en su análisis es que está hecho desde una lógica occidental, que atiende solo a sus propios intereses y que no tiene en cuenta el aspecto cultural predominante en oriente. El budo apunta a generar practicantes técnicamente hábiles, eso es una realidad, pero también humildes, discretos, educados, honestos, pacientes, tolerantes, compasivos y humanos. Mientras que las artes occidentales además de la efectividad valoran la fama, el éxito, el reconocimiento, el dinero y los títulos obtenidos. Estas son características que van en direcciones diametralmente opuestas.

Para un artista marcial tradicional la efectividad puede quedar relegada a un segundo plano por un buen tiempo si no se ven reflejados en el practicante al mismo tiempo otro tipo de valores y cambios en su carácter. Mientras que para el practicante de artes marciales modernas lo “único” que importa es la efectividad. Este choque cultural es uno de los motivos por los que al status quo le es imposible entender que es lo que las artes tradicionales están haciendo. Como resultado terminan tildado de “inadecuadas” y ensuciando el nombre de diferentes artes, que en realidad no están haciendo nada malo, sino que tienen tiempos de aprendizaje, objetivos y valores diferentes.

El Budo es la evolución de las artes marciales, mientras que las MMA son la involución de las mismas.
He realizado anteriormente una pequeña reseña de la historia de las artes marciales donde explico como comenzaron con un fin 100% práctico, el de la supervivencia, para luego evolucionar transformandose en un camino de vida que apunta al desarrollo del carácter y la superación personal.
Si elegimos la senda del Budo (camino de las artes marciales), nos sumergimos en prácticas de características más profundas y sutiles. Gracias a ellas aprendemos a ser capaces de domesticar a la bestia salvaje que habita dentro nuestro y a transformarnos en seres humanos pacíficos y equilibrados.
En cambio para los practicantes de MMA el camino es el opuesto. Del Budo han retrocedido cacilleros volviéndose cada vez más salvajes, embrutecidos y prehistóricos. Para ellos todo tiene que tener un fin práctico. Si la gente no va con espadas por la calle entonces aprender a utilizar una espada es “una estupidez”. No son capaces de concebir que alguien quiera practicar un arte marcial no solo para aprender a combatir, sino como desafío personal o como camino de auto conocimiento y superación. Muy por el contrario para un gran número (la mayoría) de los brutos cavernícolas que practican las MMA, lo importante es ser un animal salvaje capaz de destruir a golpes a otro ser humano haciéndolo sangrar lo máximo posible, para luego pararse y golpearse el pecho rugiendo como gorila de lomo plateado, extendiendo los brazos ante un público enardecido que infla su ego diciéndole que es el mejor por esa noche. La realidad es que probablemente esa gloria dure un corto período de tiempo, ya que gracias a dichas conquistas muchas veces tendrán consecuencias nocivas para su salud y su calidad de vida en los años venideros. 

Para ellos eso es la cima del mundo. Para nosotros no.

 

 

 

Los artistas marciales tradicionales podríamos enseñarles muchas cosas a estos seres de las cavernas relacionadas a la humanidad y al desarrollo del ser humano. Si queremos pensar en un futuro evolucionado y pacífico pero fuerte y resiliente, las artes guerreras de antaño no deben desaparecer y esa es en gran parte nuestra responsabilidad.

Pero para ello tenemos que escuchar a quienes hoy ostentan el “Status Quo”, aunque no nos guste, y si pretendemos en algún momento volver a disputar el centro de la escena por el bien de la sociedad toda, como mínimo tenemos que hacer honor a nuestros antepasados y ser capaces de demostrar que nuestras disciplinas son efectivas y pueden ser utilizadas en la actualidad.

Lo más llamativo es que la solución a este problema es realmente simple y es algo que nosotros, los miembros de Bujinkan, tendríamos que ser capaces de poner en práctica fácilmente porque es una de las cosas que pregonamos a diario: La capacidad de adaptarnos a la época en la que nos toca vivir.
Si hay algo que caracterizaba a los guerreros de antaño era precisamente su rápida capacidad de adaptación. Cada vez que alguna mejora armamentística o estratégica era introducida, las mismas eran incorporadas rápidamente por las distintas escuelas o tradiciones. Por supuesto siempre existieron dudas, detractores y un período de resistencia al cambio, pero siempre la lógica se termina imponiendo. Bajo ningún punto de vista la postura era la de un conservadurismo rancio que fuera en contra de los hechos de la realidad. Un ejemplo simple de esto puede ser la introducción de las armas de fuego al campo militar. Cualquier guerrero que preciara su vida, sabiendo que iba a tener que enfrentarse con algo nuevo en el campo de batalla, quería entender que era lo que tenía frente a el para poder adaptarse y tener las herramientas necesarias para confrontarlo y sobrevivir. Es así como todos los clanes guerreros en su debido momento incorporaron el uso de las armas de fuego.

Artes como la nuestra acompañan el desarrollo de la sociedad y de los tiempos, adaptándose a la realidad que les toca vivir. 

Ahora dependerá de nosotros no caer en la trampa del status quo. Claramente participar de un enfrentamiento dentro de un octágono por fama o dinero va en contra de la filosofía de un practicante de artes marciales tradicionales. Pero al mismo tiempo, no podemos dejar que estas personas sigan ensuciando nuestro nombre y simplemente seguir ignorando la situación.
¿Entonces cómo adaptarse a las nuevas épocas y mantener vivo el arte?
Simplemente siendo capaces de incorporar a la práctica la única cosa que se nos solicita para ser respetados y tenidos en cuenta. La práctica de randori (sparring).
Es así de simple y complejo al mismo tiempo. Si somos capaces de demostrar que nuestras técnicas de combate pueden ser utilizadas de forma libre, esa simple acción logrará destrabar el cerrojo que nos tiene fuera de cualquier tipo de posibilidad de debate o interacción con el mundo actual de las artes marciales. Y para ser honesto, no es tanto lo que se nos pide y hasta me atrevo a decir que es más que lógico. Aceptar eso no implica aceptar “la ética” precaria y comercial de los deportes de combate.

Todo practicante de un arte marcial debería pasar por la experiencia de poner a prueba su habilidad de forma libre, porque esa es la única forma en la que alguien puede saber si está aprendiendo correctamente.

No hay que olvidar que la evolución personal (espiritual) en el budo viene de la utilización de las artes marciales como herramienta para tal fin. Y ese progreso solo sucederá si la práctica es realmente difícil, nos hace llegar a tocar nuestros propios límites y nos fuerza a subir nuestra propia vara de dificultad para estar constantemente superándonos.

Una práctica simple, sencilla, que todo el mundo puede practicar fácilmente, que no tiene desafíos, que no nos pone en una situación de incomodidad, puede que sea muy lucrativa para los maestros modernos, pero sin duda no logrará el crecimiento interno y por lo tanto no puede llamarse budo.

Tenemos la fortuna de vivir en una época en la que no necesitamos usar nuestras artes guerreras para sobrevivir a diario. Tenemos la suerte también de haber heredado este hermoso camino marcial, construido desde hace cientos de años por miles de guerreros que continuaron una cadena de transimisón para que estas artes llegaran hoy a nuestras manos. No seamos cobardes, pongámonos a la altura de la situación y atendamos lo que el momento histórico nos demanda, que en definitiva no es tanto. Hagamos honor a todos los que vinieron antes que nosotros, a su sacrificio y dedicación. Honremos a aquellos que lo dieron todo. Hoy nos toca a nosotros, no dejemos que las artes tradicionales desaparezcan solo para cuidar los negocios de unos pocos.

Sería realmente triste que no fuéramos capaces de dar la batalla que nos asigna le época, dejando que se siga deteriorando nuestra reputación hasta la extinción definitiva.

 

 

 

 

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Practicar correctamente

Practicar correctamente

REIHO (礼法)

Es la etiqueta o el protocolo que se utiliza dentro de un dojo tradicional de artes marciales para desenvolverse de forma adecuada. No solo hace referencia a la manera de comportarse con los maestros y los compañeros, sino también a la manera de encarar la práctica en si misma. A la forma de vestirse, de hablar y de reaccionar a las diferentes situaciones que pueden darse.
Si estoy a cargo de un dojo también debo comprender cuales son los diferentes elementos que se encuentran dentro de el y que representa cada uno de ellos.

Doj
o (道場) es el lugar donde se practica la vía, en nuestro caso la de las artes marciales.
Es considerado un espacio sagrado, al que uno asiste para cultivar cuerpo y espíritu, como así también para aprender valores éticos y morales. Pero de no ser uno mismo el que le de este nivel de importancia al lugar, la práctica no será profunda.

En un dojo no deberían suceder cosas como disfrazarse de Halloween o de Santa Claus y entrenar. Tampoco deberíamos colgar banderas publicitarias con logos propios o slogans marketineros. Hacer este tipo de cosas es no entender correctamente el lugar en el que uno se encuentra.
El kamidana (altar), si está presente, tiene una función puntual y debe seguir ciertos lineamientos y no debe ser usado como un estante para apoyar decoraciones de estilo oriental. 
La sobriedad, es una de las cualidades a tener en cuenta a la hora de practicar budo.

La dificultad, la dedicación y el sacrificio que nuestra disciplina requiere no amerita el esfuerzo que hay que poner si la persona va al dojo con el único objetivo de moverse un poco y tener un hobby. Si ese es el caso, será mucho más provechoso anotarse en un gimnasio o realizar alguna actividad de carácter lúdico.

La dificultad, la dedicación y el sacrificio que nuestra disciplina requiere no amerita el esfuerzo que hay que poner si la persona va al dojo con el único objetivo de moverse un poco y tener un hobby. Si ese es el caso, será mucho más provechoso anotarse en un gimnasio o realizar alguna actividad de carácter lúdico.

En un dojo nos relacionamos con personas distintas a nosotros en múltiples niveles, culturales, educativos, religiosos, etc. Tener en cuenta como nuestras acciones afectarán a los demás es importante. Es por eso que debe existir siempre entre los practicantes el mayor de los respetos, tratando de llegar al punto de transformarse en buyu (武友 amigos marciales).
Si algún practicante tiene un problema personal con otro, la actitud correcta y lo que se espera de los bugeisha, es que en privado resuelvan sus diferencias de forma pacífica. No se deben manifestar en el dojo los problemas personales ni tampoco involucrar a otros practicantes en conflictos propios.

Estar en un dojo de artes marciales con actitud quejosa o infantil por la dificultad que plantea el entrenamiento es una de las peores cosas que puede hacer un practicante. Hay que evitar este tipo de comportamiento a toda costa.
Aquellos que encaren la practica con una actitud competitiva comparándose con los demás, burlándose de otros o vanagloriándose de la propia habilidad terminaran transitando sendas incorrectas.
Al dojo se asiste para aprender habilidades físicas, pero también para volvernos más tolerantes, humildes, respetuosos, cordiales, amables, pacientes y por sobre todas las cosas más humanos.

Dentro de la practica es de vital importancia saber cuál es el lugar que nos corresponde. Es de muy mala educación corregir o dar una indicación a un sensei (先生 instructor) o a un senpai (先輩 miembro senior) siendo un kohai (後輩 miembro junior), a no ser que estos nos lo soliciten puntualmente. Dicho comportamiento es visto como un gesto de arrogancia por parte del practicante de menor graduación.

Si el dojo es un lugar donde venimos a cultivar valores morales, si es el lugar donde se intentan limar las asperezas del espíritu, no puede haber lugar para comportamientos inadecuados. 

ANTES DE LA PRÁCTICA

El entrenamiento comienza siempre puntualmente. Es responsabilidad del practicante llegar a horario a las clases.
La falta de puntualidad es muy mal vista en Japón, se suele tomar como parámetro para entender el respeto y la consideración del practicante hacia el arte, hacia la propia práctica y sobre todo hacia quien enseña. Cuanto mayor es la graduación de un bugeisha mayor es la responsabilidad a la hora de respetar las normas del dojo.
Unos minutos antes de comenzar, todos los practicantes ya tienen que estar cambiados y de ser posible comenzando a pre calentar.

Es conveniente venir al dojo preparado mentalmente para enfrentar el entrenamiento. El cuerpo va a doler, la respiración se va a agitar, la voluntad será puesta a prueba. Facilitará mucho el proceso traer una actitud positiva y por sobre todas las cosas convencernos a nosotros mismos de que vamos a ser capaces de superar los desafíos que se nos planteen. El 70% del entrenamiento es la actitud que se pone y el 30% es la capacidad física que se tiene.

Mientras uno se cambia debe recordar que está por ingresar en un lugar sagrado y adoptar la actitud adecuada.
El acto de ponerse la ropa de entrenamiento puede tomarse como un ritual de preparación para ingresar en dicho lugar. 
Una vez que el practicante está listo, se acerca al borde del tatami y pide permiso para entrar. Se realiza una reverencia previa al ingreso inclinando el torzo hacia adelante a 45 grados.

Al encontrarse con los compañeros es importante hacerlo con buen humor, tratando de contribuir a generar un clima agradable. Preguntar a los demás como están ayuda a establecer buenas relaciones, pero luego de hacer esto el bugeisha debe concentrarse automáticamente en la práctica, mentalizarse y despejar la cabeza de pensamientos. Comenzar a charlar durante largos minutos sobre los diversos temas del día antes del comienzo de la clase no contribuye a la concentración del grupo en general. Ese tipo de charlas es mejor dejarlas para cuando se haya terminado de entrenar, donde podemos relajarnos y compartir entre todos de forma distendida.

Por el tiempo que dure el entrenamiento lo único importante es lo que pase dentro del dojo.
Los problemas personales quedan afuera, las preocupaciones quedan afuera, las responsabilidades de la vida cotidiana quedan afuera, los miedos quedan afuera, los procesos mentales quedan afuera, solo ingresa la conciencia en conexión con lo que está sucediendo.
Ichi go ichi e (一期一会 una vez, un encuentro) es una frase que se utiliza para poner de manifiesto la importancia de cada entrenamiento. Ser capaces de vivir lo que está sucediendo aquí y ahora, entendiendo que es un momento único e irrepetible.

Aprender a estar presente en lo que se hace es una de las claves de la práctica. Para eso tenemos que tener claros dos conceptos típicos de las artes marciales tradicionales y el zen, zanshin (残心) y mushin (無心) o mushin no shin (無心の心).

Zanshin: Está compuesto por dos kanji: Zan (残 mantener) y Shin (心 corazón / conciencia).
Es un estado de atención y conexión continua con lo que está sucediendo, sin hacer foco en nada en particular, pero estando pendiente de todo al mismo tiempo.
Es fundamental no dispersarse durante el tiempo que dure la clase. Será entonces uno de los mayores objetivos de la práctica mantener la concentración en cada cosa que se haga.

Mushin: Este concepto se puede traducir como “ausencia de pensamientos” o “mente vacía”. Hace referencia a la capacidad de apagar los procesos mentales para pasar a un estado de contemplación. La propia conciencia se transforma en un gran espejo que refleja todo lo que tiene frente a ella, sin agregarle interpretaciones personales y sin hacer juicios de valor. Es un estado de la mente no atrapado por las emociones. Las acciones de nuestro cuerpo dejan de ser el resultado del pensamiento.
Mushin no shin es el estado original de la conciencia, es decir conciencia sin conciencia.
Tratar de mantener estos estados del espíritu durante toda la clase será el primer desafío.

El instructor invitará a los estudiantes a formar una fila uno al lado del otro para comenzar a saludar. Todos se sientan de rodillas en el piso sobre una misma línea en la posición seiza (正坐 – forma correcta de sentarse).
Se ponen las manos en el mudra de gassho (合掌) pegando las palmas a la altura del pecho y se saluda para comenzar con la clase.

ROLES

UKE (受け) el que recibe o absorbe la técnica.
Cuando me toca ocupar este rol debo garantizar a tori que todos mis ataques serán ejecutados de la mejor forma posible. Los mismos irán directo al objetivo y en línea recta, sin anticiparlos ni tampoco desviándolos evitando de este modo golpear a mi compañero. Si tori no se corre del ataque y es golpeado, no es uke el culpable de haberlo impactado.

Se da por sentado que cuando se lanza un golpe durante el entrenamiento nunca se lo hace con mala intención. Siempre se ataca con el objetivo de ayudar al compañero a superar un desafío. Si recibo un golpe y me enojo por ello, tengo que ser capaz de domesticar mis propias emociones. Fudoshin (不動心 mente inmóvil o corazón inmóvil) es el estado de imperturbabilidad de la conciencia y las emociones. Debo ser capaz de controlarme a mí mismo, volviendo de inmediato a una situación de equilibrio interno.
Es responsabilidad de tori ejecutar la técnica de forma correcta y para eso es necesario un ataque sincero que le permita poner a prueba sus habilidades. Ataques fantasiosos o condescendientes no sirven de nada en nuestra práctica.

En caso de que el uke esté comportándose de forma incorrecta, golpeando a tori a propósito o evitando de forma caprichosa que le apliquen una técnica, es necesario hacérselo saber. Si este no cambia su modo de actuar, lo mejor será cambiar de compañero de práctica.
Lamentablemente es muy común encontrarse con practicantes en Honbu dojo (sobre todo aquellos que poseen altas graduaciones) que a la hora de ser uke intentan resistirse o impedir que el compañero realice la técnica con el único objetivo de corregirlo, para así establecer una posición de autoridad que los haga sentirse seguros de si mismos. Mejor evitar a este tipo de personas a la hora de entrenar.

Uke, por sobre todas las cosas debe garantizar a tori que será capaz de absorber la técnicas que se apliquen sobre su cuerpo sin lastimarse. Es fundamental para lograr esto ser habilidoso y dedicado en la práctica de taihen jutsu ukemi gata (体変術受身型), técnicas para absorber ataques, esquivar, rodar, saltar y caer al suelo. Esto no es solo por el bien de su propia integridad física, sino también para no ser egoísta con los compañeros de práctica entorpeciendo la posibilidad de que puedan practicar correctamente.
No hay peor sensación como tori que estar entrenando con una uke temeroso, que está permanentemente impidiendo que los movimientos sucedan con normalidad por miedo a lastimarse. O con alguien que por pereza no quiere caer al suelo y evita el contacto con el tatami permanentemente.

Al absorber una técnica o un ataque es necesario ser sumamente flexible y tener la capacidad de interpretar los movimientos de tori. Para eso uke tiene que estar muy concentrado en la tarea de acomodar su cuerpo siguiendo el flujo de movimiento planteado por su compañero de práctica.

Es tori quien dirige y uke quien acompaña. No es el rol de quien recibe la técnica poner a prueba al compañero estableciendo dificultades adicionales.

Si estoy utilizando un cinturón negro es inaceptable no tener la capacidad de realizar un ukemi desde un lance o tener miedo de recibir un golpe o una técnica. De ser este el caso, tengo que entrenar mucho más y hacer honor al cinturón que llevo puesto.

Es imposible no recibir golpes si se practica un arte marcial. El practicante debe estar predispuesto a aumentar su tolerancia al dolor, como así también, a endurecer su cuerpo mediante la práctica. A esto lo llamamos tanren (鍛錬) y podemos traducir esta palabra como forjar y templar, cuerpo y mente.

Cuando estemos siendo controlados con una luxación o con una estrangulación, hay que asegurarse de que somos capaces de golpear el suelo con fuerza (con piés o manos) para avisar al compañero que detenga su técnica antes de que nos lastime. El sonido del impacto debe ser lo suficientemente fuerte como para que llegue a oídos de tori. En ciertas situaciones es conveniente golpear con la palma de la mano abierta alguna parte del cuerpo del compañero. Esto nos garantiza que tori se detendrá a tiempo.
También existe la opción de decir itai (痛い dolor) en voz alta, pero no es bueno confiar solo en este recurso ya que habrá técnicas que no nos permitirán hablar con claridad o con la fuerza suficiente para garantizar que el mensaje sea oído.
Avisar en el momento preciso a tori cuando debe detener su técnica, ayuda a prevenir lesiones y accidentes innecesarios, como así también a concientizar a nuestro compañero sobre el momento exacto en el que una técnica está llegando al punto de no retorno.

Es tarea de uke, encontrar el equilibrio perfecto en la interpretación de los movimientos de tori. Si el uke se tira solo al piso, se alimenta una fantasía. Está haciéndole creer a tori que posee una habilidad que en realidad no tiene. Esto es sumamente peligroso en la práctica marcial. El otro extremo es un uke que se pone excesivamente rígido, impidiendo que tori pueda ejecutar su técnica y por lo tanto negándole al compañero la posibilidad de practicar. Es necesario permitir practicar las técnicas a nuestro tori y recordar siempre que la práctica de tai jutsu kata no es un combate libre. Por lo tanto la relación entre uke y tori debe ser una relación de perfecto equilibrio. El uke no debe exagerar ni sobre actuar el resultado de las técnicas, pero tampoco impedir a tori que este las practique.

TORI (取り) el que realiza o ejecuta la técnica.
Es responsabilidad de tori garantizar la integridad física y cuidar al extremo el cuerpo de uke, hay que 
tener presente que nos lo está prestando para que podamos entrenar. 
Si practicando una técnica veo que mi compañero se puede lastimar y tengo la posibilidad de prevenir dicho accidente, es mi obligación hacerlo. Ser tori no significa tener vía libre para golpear y lastimar al compañero de práctica. Sobre todo teniendo en cuenta que este se está quedando casi inmóvil en una posición semi pasiva para que nosotros podamos estudiar.
Ser demasiado condescendiente con uke tampoco es bueno. Ayudar 
constantemente al compañero a ponerse de pie o estar permanentemente pidiéndole perdón cuando recibe algún golpe, no ayuda a formar el carácter marcial. Como en todo, hay que saber encontrar el equilibrio correcto.

UNA VEZ COMENZADA DE LA PRÁCTICA

Es clave mantenerse en silencio y estar enfocado pura y exclusivamente en lo que se está haciendo.
Cuanto menos ruido hay en un entorno, más fácil es concentrarse.

Si uno quiere explicar a un compañero algo que no le está saliendo, mejor que hablar es hacer. Se realiza la técnica de forma lenta para que el practicante pueda percibir cual es su error con el cuerpo. Si luego de esto el compañero de entrenamiento sigue confundido, es necesario llamar a un instructor. Los practicantes están en el dojo para aprender y no para enseñar, sobre todo cuando están de visita en Japón. Independientemente de cual sea su graduación, ya sean kyu, dan, shidoshi, shihan o dai shihan siempre hay un solo instructor en el dojo, el que da la clase, el resto aprende.

Es responsabilidad de uno como practicante garantizar la integridad física de nuestros compañeros y no lastimarlos durante el entrenamiento. Si bien en nuestra práctica hay contacto, es todo el tiempo contacto moderado. La cantidad de fuerza de un ataque debe ser la necesaria para impactar en uke y que este sienta la consecuencia del impacto pero sin lastimarlo.
En un dojo de artes marciales tradicionales no nos comportamos como animales salvajes. No nos dedicamos a golpear y dañar a otros seres humanos por el simple placer de hacerlo o para sentirnos superiores o más fuertes que los demás. Algunos deportes de combate modernos ya se dedican a ello. El arte marcial que nosotros practicamos es una ciencia más compleja con una ética distinta.

La seriedad durante la práctica es un factor de suma importancia. Pero ser serio no implica que deba existir un clima de tensión y mal humor que genere un mal ambiente, muy por el contrario, durante el entrenamiento es importante reír y pasarla bien. Entender en que momento debe suceder cada cosa es lo que encausará al entrenamiento en la dirección correcta.
Hay que tener en claro cual sería la verdadera ejecución de la técnica en una situación de combate real, por lo que la existencia de cierta tensión entre uke y tori es absolutamente necesaria. Los ataques deben estar cargados de energía y ser sentidos por el compañero, tanto física como espiritualmente. A esto se lo denomina seme (攻め atacar proyectando la intención).

Tanto uke como tori deben proporcionar un desafío a superar y no un objetivo a vencer.

Un entrenamiento dificultoso me obligará a realizar mi mejor esfuerzo para poder dominarlo. Si es fácil, cómodo y está pensado solo para alimentar el goce y el ego del practicante, se pierde uno de sus objetivos principales, la práctica de la concentración. Para poder practicarla es necesario que aquello en lo que nos estamos concentrado demande toda nuestra atención y eso solo puede lograse con un entrenamiento realista.
El instructor todo el tiempo correrá la vara hacia adelante, planteando exigencias y desafíos más complejos a medida que el entrenamiento avanza.

Debemos recordar que nuestra practica es infinita, que no hay un objetivo final y que la búsqueda del crecimiento personal será una constante. La única meta concreta a superar es la propia falta de técnica o habilidad. 
En nuestra disciplina no hay competencia contra otros, solo intentamos vencernos a nosotros mismos.

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Shoshin

Shoshin

¿CÓMO COMENZAR A PRACTICAR?
Es importante al emprender la práctica de artes marciales prestar atención a ciertos conceptos que nos permitirán avanzar de forma correcta.

Shoshin (初心) es un termino importante y habitual usado tanto en la práctica marcial, como en otras prácticas artísticas o ascéticas dentro de la cultura japonesa. Se puede traducir como “mente de principiante” y es la actitud que debe tener cualquier persona que se quiera introducir en la artes tradicionales.  
Esta idea de tener una mente de principiante no esta sujeta solo a las primeras etapas de la práctica sino que será una constante que nos acompañará por el resto de nuestro camino marcial.
El principiante no está sujeto a pre conceptos, es humilde y tiene la mente abierta para recibir nuevos conocimientos, además de que se sabe un ignorante en el tema y entiende que la posibilidad de crecer y mejorar es enorme.
Si en los niveles más avanzados de la práctica se abandona esta actitud, es muy probable que el practicante se quede estancado, no siendo capaz de encontrar nuevos niveles de descubrimiento en aquellas cosas que ya viene practicando desde hace años. 
La posibilidad de crecimiento en la práctica de artes marciales es infinita. La única limitación que existe es la finitud de nuestra vida. Si alguien tuviera la posibilidad de vivir cientos de años, el nivel al que podría llegar, sería muy superior al que se puede lograr en 60 o 70 años. Por lo tanto, saberse un permanente ignorante, incluso luego de décadas de entrenamiento, es clave para lograr un constante avance en el camino marcial. 

Un segundo concepto a tener en cuenta que debe ser combinado con el anterior, es el de junanshin (柔軟心) “mente flexible”. Es la capacidad o predisposición que tiene una persona para abrirse, recibir una enseñanza o modificar un modo de pensar ya existente.
La forma de moverse de un practicante es el vivo reflejo de lo que sucede en su interior. Si el practicante es demasiado rígido o demasiado blando externamente, lo mismo le está sucediendo internamente.

La siguiente frase le es atribuida a Takamatsu sensei:
“Las personas que tienen una actitud inflexible lo muestran muy claramente en los movimientos de su taijutsu. Aquellos que buscan ganar, que utilizan la fuerza, se establecen de una manera rígida en la que si tuvieran una verdadera pelea serían asesinados”

Hay que tener claro que la práctica será la misma para todos. Golpeará muy fuerte a los duros para ablandarlos y muy fuerte a los blandos para endurecerlos. Siempre buscando el equilibrio.
El entrenamiento correcto y su resultado positivo se logran solamente si uno es honesto consigo mismo. Este es otro concepto que es bueno recordar continuamente, magokoro (真心), sinceridad u honestidad. Es primordial para poder avanzar no mentirse a uno mismo y hacer las cosas tal como son planteadas en el dojo.

La práctica no se adapta al practicante, es el practicante el que se adapta a la práctica.

Ir al dojo para tratar de hacer las cosas “a mi manera” no es la forma correcta de seguir el camino marcial.
Se debe aceptar el entrenamiento tal cual es, con las cosas que me gustan y las que no y sobre todo esforzarme por hacer aquellas que no me gustan, porque es ahí donde la parte más débil del espíritu se manifiesta, tratando de escapar de aquello que nos plantea un desafío.

Hoy en día es posible modificar casi todo a nuestro gusto. Esto nos hace creer que al pagar por algo adquirimos también el derecho de cambiar las cosas para que satisfagan nuestros deseos. Es importante saber de antemano que en la práctica tradicional de artes marciales esto no es así.

Es muy común tratar de evitar a toda costa que el budo (camino marcial) exponga todas aquellas características negativas que nos ponen incómodos de nosotros mismos. La práctica marcial en algún momento va a golpear nuestros puntos más débiles. Tenerlo claro y estar dispuesto a enfrentar el desafío de auto superarse será la tarea del practicante. 

Adoptar la práctica de budo es comenzar un camino progresivo que nos irá ofreciendo nuevos niveles a superar continuamente.

Es muy común que cuando una técnica no nos salga pensemos que el problema lo tiene la técnica o el arte. Siempre va a ser más fácil echarle la culpa a otra cosa antes que aceptar que es uno mismo, el que aún no tiene la habilidad suficiente para dominar dicha técnica.

La forma correcta de enfrentar esta situación es practicar de forma repetitiva con constancia y paciencia lo que no nos sale hasta descubrir la solución. A esto lo denominamos
shirabe gata, técnica de investigación, exploración o búsqueda.

Por lo general el instructor será severo y exigente empujando al practicante al límite de su capacidad.
No es una buena idea creer que el instructor es malo, o que tiene algo contra nosotros. Y menos aún esperar que tenga una actitud comprensiva apañando nuestra falta de fuerza espiritual.
Los instructores están para guiar y para ayudar al practicante a superarse, si uno busca consuelo, o que le tengan lástima, el dojo no es el mejor lugar para hacerlo.

Nintai (忍耐), paciencia.
La capacidad del ninja por excelencia. Aprender a luchar contra la propia ansiedad y entender que los buenos resultados llegan con el largo plazo gracias al esfuerzo y a la dedicación. Cultivar la paciencia aprendiendo a perseverar y no rendirse es lo que marcará la diferencia. 

El budo es un largo sendero infinito. Se necesitará de mucho coraje y una mente enfocada para poder seguirlo correctamente. Recordar que no hay un destino final, es clave para darse cuenta de que aprender a disfrutar del camino es uno de los objetivos principales de la práctica.

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Budomarket

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Una conducta preocupante se está normalizando en nuestra escuela desde hace tiempo. La cantidad de instructores que ponen como objetivo el comercio, por sobre la correcta transmisión de la tradición, se ha incrementado exponencialmente en los últimos años. Como consecuencia de esto muchas personas se han sumado a Bujinkan, entendiéndola como una franquicia comercial que les permitirá hacer dinero fácil y rápido. Ocupando al mismo tiempo un lugar de exposición en el cual ser admirados.

Gracias a estas tendencias comerciales, es posible encontrar practicantes que obtienen su cinturón negro en muy pocos años, tras lo cual se les concede la posibilidad de abrir sus propios dojo. Luego de enseñar por un breve período de tiempo y casi por arte de magia, nuevos cinturones negros emergen de estos novatos instructores, que repiten este ciclo, pero en menos tiempo.
Estás rápidas promociones tienen el único objetivo de producir clientes que asistan a los cursos, clases y seminarios de quienes los avalan.
El nivel de irresponsabilidad de los instructores que gradúan y respaldan a personas no capacitadas para ponerlas a dar clase es enorme. Los resultados de este accionar están empezando a ser cada vez más visibles y evidentes, no solo para aquellos que pertenecemos a la escuela, sino también para la comunidad marcial en general.
Esta forma de operar no solo va en detrimento de la calidad marcial y la reputación de nuestra escuela, sino también del arte en sí mismo.
La práctica física y técnica es la herramienta principal que nos permite el progreso interno y sin la cual es imposible evolucionar en el camino del budo.

Estos hombres y mujeres de negocios, suelen utilizar metodologías parecidas a las de las sectas religiosas o a las de las estructuras piramidales para reclutar alumnos.
La estrategia más básica es intentar generar el sentido de pertenencia desde el día uno. Para esto el estudiante es introducido al grupo con frases como por ejemplo “bienvenido a tu nueva familia”. Si bien en muchos casos hay personas que usan esta terminología de forma inocente, para muchos otros es esta una jugada perversa y efectiva. El hecho de darle a entender a una persona que es “tu familia” tiene una carga de sentido muy pesada. Cuando hablamos de familia estamos hablando de vínculos de sangre, que en muchos casos implican las relaciones más íntimas entre las personas. A la familia se puede recurrir en situaciones en las que no se puede recurrir a nadie más. Cuando necesitas un apoyo incondicional o cuando necesitas que el otro haga un sacrificio por vos. Cuando estás enfermo o te estás muriendo, por ejemplo, cuando quedaste en banca rota o necesitas dinero. Son todas situaciones extremas que pondrán al otro en una situación de incomodidad, pero que por el profundo vínculo que tiene con vos, está dispuesto a soportar. Puedo asegurar que ninguno de los maestros que invitan a todo el mundo a ser parte de “sus familias”, van a estar ahí cuando sus alumnos estén en estas situaciones de necesidad. Todo lo contrario, en general cuando el alumno se transforma en un problema, es rápidamente marginado hasta que abandona el dojo. Por lo tanto, esta no termina siendo una relación reciproca, el estudiante tiene que comportarse con el instructor como si fuera parte de su familia, haciendo sacrificios por él y por el dojo, pero si la situación es al revés no obtendrá el mismo tipo de apoyo incondicional.
Si el alumno acepta, esta estrategia le permite al instructor posicionarse automáticamente al mismo nivel que los miembros “reales” de la familia del practicante. Y siendo que tiene un rol de autoridad dentro del dojo, logra una conexión sumamente íntima y dominante sobre el nuevo miembro. Una persona que realmente tenga problemas familiares, quedara automáticamente enganchada ante esta nueva “mejor familia” que se le ofrece.

El dojo es introducido como un espacio de contención y apoyo emocional. El rol del instructor no se presenta claro, no es “solo un maestro de budo”, puede variar adaptándose a la situación y a las necesidades del alumno/cliente.
A veces será un padre protector, “que te comprenderá y pondrá el oído para escuchar tus problemas personales”. En otras ocasiones será un “terapeuta”, generalmente en algún tipo de sistema o practica alternativa no avalada por entes oficiales. Pero gracias a esto y a la admiración de todo el resto del grupo, quedará establecido que tiene la capacidad de curarte o de que es un gran docto en materias importantes como la salud. Otras veces y cuando el estudiante tenga intereses más esotéricos será un “guía espiritual”. Para esto predicará en el dojo todo tipo de conceptos y teorías filosóficas post modernas, que supuestamente ayudarán a que el alumno alcance la “iluminación”.

Los casos más extremos y menos educados introducirán al practicante como “un nuevo miembro del clan”. Cubriendo la actividad con un manto de misticismo bélico. La práctica es metafóricamente posicionada como una preparación para la guerra y el grupo como el clan que debe luchar por su supervivencia. Los miembros pasan de ser compañeros de entrenamiento a “hermanos en el campo de batalla”.

Las metodologías utilizadas para mantener atados a los estudiantes al dojo son simples. Se manipulan sus emociones con pequeñas caricias al ego. Por ejemplo, la entrega sin sentido de grados no merecidos o el otorgamiento compulsivo de premios o reconocimientos varios. La posibilidad de ocupar rápidamente un rol de autoridad o la “responsabilidad” de abrir un dojo propio o “grupo de estudio”, en alguna zona que todavía no haya sido conquistada por su instructor. Por supuesto que, si en esa zona ya hay otro dojo de nuestra escuela operando, es totalmente ignorado y pasado por encima.

Bajo la tutela de estos instructores el entrenamiento y la habilidad marcial serán siempre secundarios, hasta en algunos casos menospreciados. Son sumamente permisivos, poco exigentes y promotores del pensamiento mágico.
Es muy común que tomen frases dichas por los maestros y las saquen de contexto para transformarlas en slogans publicitarios. “El objetivo de la práctica es ser feliz y dejar que los vientos marciales disuelvan el ego” o “lo más importante no es ser un buen guerrero sino un buen ser humano” o “Los coleccionistas de técnicas no entienden la verdadera esencia del budo”. Si bien muchos de estos conceptos son una parte importante del pensamiento de nuestra escuela, lamentablemente son utilizados por estos maestros como contra argumentos para desprestigiar a aquellos practicantes, que están realmente interesados en el entrenamiento técnico y marcial.
Sin la instrucción correcta que produzca la evolución física y mental necesaria para entenderlos, no son más que conceptos vacíos de corte new age.
Abundan planteos del estilo “el Soke Hatsumi nos ha encomendado la tarea de llevar el amor a la humanidad” o “tenemos la responsabilidad de transmitir el budo del Soke y expandirlo por el mundo”.
Se pueden encontrar en redes sociales, una abundancia de publicaciones de Bujinkan citando a Osho o a algún otro gurú de la espiritualidad moderna. Todo se mezcla con todo, haciendo un collage bizarro e incomprensible.
Lamentablemente, priorizar este tipo de enseñanzas por sobre la exigencia y la dificultad de confrontar a un estudiante con sus propias falencias, al corto plazo, termina siendo más beneficioso para el negocio. El practicante se siente parte de un entorno cálido y seguro que lo acoge y garantiza que siga pagando la cuota por mucho tiempo más.
Bajo esta forma de ver el budo la relación maestro/alumno no es ni más ni menos que una transacción comercial. El estudiante paga la cuota y eso le da derecho exigir que le enseñen. Va cuando quiere y cuando no quiere no va. No hay compromiso, ni respeto a la tradición, ni mérito. Básicamente lo que estos instructores venden es un producto.

 ¿Cómo llegamos a esta situación?
Por no entender la diferencia entre: “transitar el camino de las artes marciales y como consecuencia obtener un rédito económico” y “transitar el camino de las artes marciales con el único objetivo de sacar un redito económico”.
No estoy diciendo que la transacción monetaria no deba existir en las artes marciales. No estoy en contra de cobrar por las clases que uno dicta. Solo creo que es incorrecto, que el objetivo de la práctica marcial sea la acumulación de riqueza y no la perpetuación de una tradición en el tiempo, logrando el crecimiento cualitativo de sus practicantes.

Puedo comprender este nivel de codicia y negligencia de un aspirante a empresario, pero no de un artista marcial. Si los objetivos cambiaron y ahora lo importante no es la difícil tarea de dominar un arte, sino la de volverse rico, nos hemos transformado entonces en un ejemplo más de mediocridad moderna y hemos dejado de ser un budo.
No vale todo con tal de hacer dinero. No se puede “apadrinar” a cualquier persona al azar para obtener una mayor ganancia, o permitirles abrir un dojo por el simple hecho de que en su zona geográfica no haya ninguno disponible. Esto es algo muy peligroso. Las consecuencias de poner a gente no cualificada a enseñar artes marciales pueden ser terribles para el estudiante. Algunos practicantes, lamentablemente, en ciertas partes del mundo, tendrán que poner a prueba su habilidad en una situación de riesgo real y el resultado exitoso o trágico de ese evento, será en gran parte responsabilidad del instructor.

Por otro lado gracias a este modelo de negocios de promoción acelerada, comienzan a aparecer mutaciones extrañas de nuestro arte. Seminarios y clases de Bujinkan mezclados con otras cosas se ven de oferta a diario. Por ejemplo, Bujinkan + aromaterapia, Bujinkan + masajes, Bujinkan + cuencos tibetanos, Bujinkan + emprendedurismo, Bujinkan + coaching, etc. Este tipo de eventos existen, porque quien enseña, no tiene el conocimiento ni la habilidad necesaria para estar frente a una clase. Como consecuencia se ve obligado a rellenar el temario con alguna otra cosa que aprendió en otro lado, que le gusta en lo personal o a la cual le ve la veta comercial.
El nivel de falta de respeto hacia el arte es tan grande, que en ciertos casos hay personas que tras un breve período de instrucción, abandonan las escuela para fundar sus propios es estilos de Ninjutsu.

Que este tipo de cosas sucedan sin control, termina generando un círculo vicioso, que atrae a más personas que están en la búsqueda de dinero y no en la búsqueda de desarrollarse a través de la práctica de budo. El camino fácil, el del entrenamiento super suave y el de todo es correcto a la hora de enseñar, genera estudiantes sin técnica, sin estado físico, sin compromiso y sin sacrificio marcial.

Según palabras del Soke Masaaki Hatsumi estos son algunos de los aspectos más importantes al encarar la práctica:

1- Resistencia física, pulir las técnicas, usar el espíritu y fortalecer la fuerza física hasta lograr un estado ideal donde todo esté nivelado.

2- Resistencia mental y emocional. Takamatsu sensei decía: “La armonía tiene una importancia fundamental para el corazón del guerrero”.

3- Asentamiento del conocimiento. Ser capaz de comprenderlo todo sin pensamiento consciente, percibir cosas que están a punto de suceder y ser capaz de manejarlas de forma natural.

Si uno elige el camino del budo y su prioridad es el comercio en lugar de la práctica, sus estudiantes dejarán de ser alumnos para transformarse en clientes.
Enseñar de este modo, es bastardear los extensos años de entrenamiento y dedicación de muchos otros, que han logrado que Bujinkan tenga un nombre y un lugar en la comunidad marcial.
Estemos atentos, porque en gran parte gracias a esta nueva forma de transitar la enseñanza, es que estamos siendo señalados por el resto de los artistas marciales como algo “no deseable”.

Confundir habilidad marcial con ganancia económica o progreso espiritual con marketing y lobby, exhibe la mediocridad de aquellos que ven en el budo, solo el “feeling” del negocio.

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Shugyo

Shugyo

Shugyo es un concepto fundamental para los practicantes de artes marciales. Su escritura está compuesta por dos kanji, por un lado Shu (修 practica ascetica o disciplina) que tiene su raíz en la palabra sánscrita sadhana, la cual se puede interpretar como aplicar la mente y la inteligencia de forma habilidosa para lograr un objetivo espiritual y gyo (行 viaje o conducta).
El shugyo puede ser definido de diferentes maneras:
1- Entrenamiento espiritual.
2- Proceso de riguroso entrenamiento que tiene como propósito forjar la mente, el cuerpo y la técnica del practicante.
3- Búsqueda del conocimiento.
4- Camino, viaje o evolución hacia el crecimiento personal o hacia la auto superación.
Todas estas formas de referirse al shugyo son correctas.

En el período de guerra civil de Japón (Sengoku Jidai 1467 – 1615) era común que para concluir su instrucción los samurai de cada clan realizaran un viaje solitario a través de las diferentes provincias. Recorrían los distintos dojo de clanes aliados y enemigos pidiendo que se les permitiera entrenar. Buscaban de este modo probarse a si mismos para llevar su conocimiento marcial al nivel más alto que les fuera posible. Esto es denominado musha shugyo (武者修行 entrenamiento o peregrinaje del guerrero).

En épocas más pacíficas, donde surgieron muchos de los más famosos maestros de bugei (武芸 artes marciales), los shugyosha (修行者 persona que practica el shugyo) recorrían el país batiéndose a duelo y buscando oponentes que los ayudaran a perfeccionar su arte. Estamos acostumbrados en occidente a ver esta etapa del Japón representada en las películas de samurais conocidas como chanbara (チャンバラ).

La historia de vida del famoso espadachin Miyamoto Musashi es un gran ejemplo de lo que implica un musha shugyo. Pueden verse las películas de época actuadas por Toshiro Mifune, leer las novelas del escritor Eishi Yoshikawa o el manga Vagabond de Takehiko Inoue para entender mejor en que consistió el viaje y la transformación de Musashi.

El shugyo podía ser también un viaje de estudio interno y personal con un objetivo puntual. Tal fue el caso de Takagi Oriemon, fundador de la escuela Takagi Yoshin ryu, que tras perder un duelo amistoso con un reconocido esgrimista viajo al monte Kurama para encontrar el porqué de su derrota. En estos casos el shugyo consistía en una reclusión por tiempo indeterminado en las montañas. El bugeisha (武芸者 – practicante de artes marciales) se aislaba absolutamente de todo y meditaba sobre aquello que lo había hecho fallar. Al mismo tiempo se abocaba a un riguroso entrenamiento físico y mental para mejorar su técnica.
Takagi Oriemon después de pasar por este proceso, bajó de la montaña y en un nuevo encuentro logró derrotar a su oponente.

Para el budismo zen o para el shugendo el término puede traducirse como “entrenamiento austero”. Hoy en día, al igual que antaño, es así como muchos monjes practican el shugyo. Realizan larguísimas caminatas por las montañas de Japón, casi sin recursos, mas que sus sandalias y las ropas que llevan puestas, fundiéndose en la naturaleza y practicando la observación.

Podemos decir entonces que el shugyo para un artista marcial es un viaje de reflexión y aprendizaje tanto externo como interno (físico – mental), en el cual se utiliza la técnica marcial como herramienta para transformarse a si mismo.

El camino de las artes marciales no tiene fin. Como practicante uno está constantemente persiguiendo un objetivo, generalmente técnico o físico. Estos objetivos en realidad son ilusorios, los mismos desaparecen automáticamente al ser alcanzados y son reemplazados por nuevos objetivos. Este es un ciclo que no termina nunca, como el enso (円相) que para el budismo zen se representa con un círculo.

No hay que pensar entonces que lo importante es alcanzar el objetivo, sino muy por el contrario darse cuenta que lo fundamental es transitar la senda y que el simple hecho de recorrer ese camino es lo que produce la transformación en nosotros.

Los objetivos sirven para tener un rumbo claro hacia el cual dirigirse.
Podemos citar una anécdota que varias veces ha contado el escritor Eduardo Galeano para comprender esta idea. En una conferencia en la que se encontraba con el cineasta argentino Fernando Birri un estudiante les preguntó, ¿Para que sirven las utopías? a lo que Birri contestó:

“La utopía está en el horizonte, yo se muy bien que nunca la alcanzaré, que si yo camino diez pasos ella se alejara diez pasos. Cuanto más la busque menos la encontraré, porque ella se va alejando a medida que yo me acerco. ¿Para qué sirve la utopía entonces? Pues la utopía sirve para eso, para caminar.”
Bugei (武芸 artes marciales) es en realidad una forma de transitar la vida. Es una disciplina que nos ayuda a encontrar el equilibrio y el auto control. No es poco teniendo en cuenta la violencia y la alienación a la que el mundo moderno nos somete. A través de la práctica aprendemos a educar nuestras emociones y a mejorar los peores aspectos de nosotros mismos. Es por eso que una vez que se comienza el entrenamiento, si uno quiere disfrutar de sus beneficios, no puede abandonarse. Practicar bugei es como comer, dormir o respirar, es una práctica que debe ser realizada de forma permanente.

Cuando un practicante comienza su entrenamiento en el dojo, acaba de comenzar su shugyo.

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Bugei o Budo

¿Bugei o budo?

Artes marciales tradicionales vs deportivas.

Las artes marciales japonesas pueden ser clasificadas de diferentes formas según el período histórico y el objetivo para el cual se necesitaron en cada era.

En épocas de guerra fueron estudiadas de forma científica, buscando la máxima efectividad posible en sus técnicas, ya que su objetivo era aplicarlas en el campo de batalla para imponerse mediante el uso de la fuerza a los enemigos.
En momentos de paz, una vez que Japón logró unificarse de manos del shogun Tokugawa, fueron utilizadas para calmar y mantener ocupados a los guerreros, desarrollándose en este período grandes estudios teóricos e introspectivos sobre la práctica marcial.
Bugei puede ser traducido como bu (武) guerra o marcialidad y gei (芸) truco o arte, mientras que do (道) puede ser traducido como senda, camino o vía, es decir, una forma de hacer las cosas, una manera de transitar una disciplina.

La principal diferencia entre los términos comienza una vez alcanzado el turbulento período de transformación social y política conocido como era Meiji (de 1868 a 1921). Fue en esta época que Japón terminó de abrirse al mundo dando paso a un proceso de modernización y occidentalización de sus formas y costumbres. Las artes marciales no quedaron exentas de esta transformación y debieron adaptarse a las exigencias que el momento histórico les planteaba. Fue así como muchas de estas disciplinas tratando de encontrar su lugar en el nuevo mundo se transformaron en deportes o en disciplinas occidentalizadas. Es a partir de aquí donde claramente se populariza el termino budo (武道 – camino marcial).
Podemos entonces clasificar a las disciplinas que nacieron a partir del 1900 como gendai budo (現代武道), lo que se traduce como artes marciales modernas.

Toda disciplina que utilice el kanji (ideograma) do (道) es una interpretación o una adaptación moderna de un arte más antiguo. En el pasado en lugar de este término se utilizaba jutsu (術) que puede traducirse como arte o ciencia. Es así como el judo era antiguamente conocido como jujutsu, el kendo, kenjutsu, el iaido, iaijutsu, el aikido, aikijutsu, el kyudo, kyujutsu, etc. Cabe aclarar que la historia es bastante más compleja y el arte marcial antiguo en realidad era denominado de diferentes maneras dependiendo de la escuela y el período al que pertencía, pero hago esta clasificación simplificada para poder delimitar una diferencia entre ambos términos y que quien lee pueda identificar rápidamente si el arte del que se habla es moderno o antiguo.
A partir de aquí llamaremos a las artes marciales previas a la restauración Meiji koryu bujutsu (古流武術), lo cual puede traducirse como artes marciales antiguas.

El debate que se plantea a veces, es si las artes marciales antiguas eran una ciencia para matar a otros y las modernas un camino hacia el auto descubrimiento, o si por el contrario las antiguas son una forma de transitar la vida y las modernas solo un deporte que incentiva el espíritu competitivo. No creo que exista una respuesta única a este planteo y creo que en gran parte depende del practicante y del maestro, pero sin duda en nuestro dojo la práctica no es un deporte y el objetivo principal es la efectividad y el estudio de la técnica, solo como instrumento para desarrollar el proceso de auto descubrimiento, superación personal y búsqueda del equilibrio interior.

Las artes marciales, así como muchas otras artes, al ser estudiadas de forma seria y profunda, obligan al practicante a mirar hacia adentro. A medida que uno avanza en la práctica es inevitable darse cuenta de que en realidad lo que estamos practicando es mucho más que aprender a dañar o derrotar a otros seres humanos mediante la imposición física.
Cuando la introspección aparece el bugeisha (武芸者 – artista marcial) toma conciencia de que está transitando un camino de transformación y de que además de dominar un arte, va a tener que dominarnse a si mismo.

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Breve resumen sobre la historia de nuestra escuela, donde explicamos que cosas estudiamos y como lo hacemos.

Cual es la diferencia entre ambos términos y cual es el objetivo de cada una de estas dos prácticas marciales.

Que es el Shugyo, como es llevado adelante por los artistas marciales y cuales son los beneficios de entrenar de este modo.

Cuando la búsqueda de fama y dinero se vuelven más importantes que el budo, los alumnos se transforman en clientes.

¿Cómo comenzar con la práctica? Algunos conceptos y recomendaciones várias al respecto.

Comportarse de forma correcta en un dojo tradicional de artes marciales y entender que rol debo ocupar en cada momento.

La situación actual de Bujinkan dentro de la comunidad marcial y la posible pronta desaparición de la escuela.

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Clases

—————— 体術 ——————

TAIJUTSU

- Técnica de combate cuerpo a cuerpo -

Es un práctica integral que hace uso del cuerpo como un todo.

Entrenamos de forma constante para obtener movimientos fluidos y naturales que nos permitan lograr una integración de la acción y la intención a la cual denominamos shin gi tai ichi, que quiere decir: el espíritu la técnica y el cuerpo se hacen uno. Lleva muchos años de dedicación lograr esta habilidad.

Dentro del Taijutsu podemos encontrar todo tipo de técnicas, desde golpes de puño y pies hasta lances, palancas y luxaciones. También se practican distintas formas de contrarrestar cada una de estas técnicas.
Es importante tener buenos reflejos y ser capaz de acomodar el cuerpo para poder absorber las técnicas sin lastimarnos. Es por eso que todas las clases se practican algunos ejercicios de habilidad acrobática.

Una vez que el practicante ha adquirido una buena base marcial, comienza a poner sus capacidades en práctica a través de la práctica libre.

Randori - 乱取り

Es la práctica de combate libre donde dos personas se enfrentan para poner a prueba sus habilidades.
En nuestro dojo hacemos gran hincapié en el combate libre frente a un oponente que no esté realizando movimientos predeterminados. Una vez que las técnicas son aprendidas e incorporadas de forma natural, el practicante debe hacer una trabajo de experimentación y de aplicación de sus conocimientos en una situación lo más realista posible. 

—————— 古武術 ——————

KOBUJUTSU

- Manejo de Armas Tradicionales -

Las artes antiguas fueron concebidas teniendo en cuenta el uso de armas.

En Hana dojo dedicamos un día especialmente a la práctica de Armas Tradicionales. Mayoritariamente entrenamos Bo jutsu (bastón largo) y Biken jutsu (sable). También se practican Kusari jutsu (armas de cadena) y Shuriken jutsu (armas arrojadizas). 
Aprender a dominar un arma tradicional es un verdadero desafío que requiere un gran nivel de dedicación y paciencia. 

Gekiken - 撃剣

Es la práctica libre de esgrima utilizando armas de entrenamiento y protecciones en el cuerpo. Al igual que con las técnicas cuerpo a cuerpo, una vez que el estudiante obtiene las habilidades básicas, rápidamente pone a prueba lo aprendido en diferentes ejercicios de combate libre. En estas prácticas es posible combatir contra un oponente que use el mismo arma que yo u otra totalmente diferente como una lanza o un bastón.

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Bujinkan Budo Taijutsu

Bujinkan Budo Taijutsu

Es una escuela de artes marciales creada por el Dr. Masaaki Hatsumi en el año 1973.
Su honbu dojo (本部道場 sede central) se encuentra en Noda, prefectura de Chiba, Japón.

Bujinkan (武神館) puede traducirse como “la casa del guerrero espiritual (divino)”. Mientras que budo tai jutsu (武道体術) es el término utilizado para describir la habilidad física de la disciplina y puede traducirse como “técnica corporal marcial”.
Bujinkan nuclea nueve tradiciones marciales muy antiguas. Todas ellas fueron heredadas por el Soke (宗家 – cabeza de la familia) Masaaki Hatsumi de manos de su maestro Toshitsugu Takamatsu. Estas tradiciones son denominadas ryu ha (流派 – escuelas) y son casi todas ellas koryu bujutsu (古流武術 – ciencias militares antiguas). Tres de ellas son tradiciones de ninjutsu o ninpo.

Los ryu ha de Bujinkan son:
Gyokko ryu Kosshijutsu (玉虎流骨指術)
Koto ryu Koppojutsu (虎倒流骨法術)
Shinden Fudo ryu Dakentaijutsu (神伝不動流打拳体術)
Takagi Yoshin ryu Jutaijutsu (高木揚心流柔体術)
Kuki Shinden ryu Happo Bikenjutsu (九鬼神伝流八法秘剣術)
Gikan ryu Koppojutsu (義鑑流骨法術)
Togakure ryu Ninpo (戸隠流忍法)
Gyokushin ryu Ninpo (玉心流忍法)
Kumogakure ryu Ninpo (雲隠流忍法)

Gyokko ryu y Koto Ryu son escuelas de origen chino. Junto con Gikan ryu, se especializan en la práctica de koppojutsu (骨法術 – técnica de la estructura ósea) y kosshijutsu (骨指術 – técnica de los huesos de los dedos). Este último término hace referencia a la utilización de la punta de los dedos para presionar y golpear partes muy sensibles del cuerpo y zonas musculares puntuales.

Togakure ryu, Kumogakure ryu y Gyokushin ryu son tradiciones de ninpo (忍法 – camino de la perseverancia), también denominado ninjutsu (忍術 – técnica para perseverar o resisitr).

Por último Shinden fudo ryu, Takagi yoshin ryu y Kuki shinden ryu, podría decirse que son tradiciones de ju jutsu clásico.

Takagi Yoshin ryu y Kuki shinden ryu están relacionadas históricamente, habiendo compartido conocimientos entre ellas ya en tiempos muy antiguos.
Ambas son reconocidos sogo bujutsu (統合武術 – arte marcial completa o integral).
Por lo general este tipo de tradiciones incluyen dentro de su práctica lo que se conoce como bugei juhappan (武芸十八般 – 18 disciplinas marciales antiguas).

Si bien este listado comprende mas de 18 se las suele describir como:
Kyujutsu (técnica de arquería).
Sojutsu (técnica con lanza recta).
Kenjutsu (técnica de sable).
Iaijutsu (técnica para desenvainar el sable).
Tantojutsu (técnica de cuchillo).
Juttejutsu (técnica de jutte).
Shurikenjutsu (técnica de armas arrojadizas).
Naginatajutsu (técnica con lanza curva).
Hojutsu (técnica con armas de fuego).
Bojutsu (técnica de bastón largo).
Kusarigamajutsu (técnica de cadena y peso).
Hojojutsu (técnica para inmovilizar con soga).
Bajutsu (técnica de equitación).
Suieijutsu (técnicas en el agua).
Ninjutsu (técnicas de infiltración y espionaje).
Chikujojutsu (fortificación y asedio).
Jujutsu / Yawara (lucha cuerpo a cuerpo).
Fukumibarijutsu (escupir agujas).
Yabusame (arquería a caballo).
Yadomejutsu (desviar flechas).
Saiminjutsu (hipnotismo).

Aunque el término ju jutsu está incluído en el listado anterior como una disciplina más, también es utilizado como concepto genérico para denominar a una gran parte de todas estas prácticas.

Ju jutsu (柔術) se suele traducir como:
Ju (柔 – gentileza o suavidad) y jutsu (術 – arte, técnica o habilidad).
En primera instancia podríamos definir el termino como “arte suave”, pero esto no es totalmente correcto. En su libro “Artes marciales clásicas de Japón” el autor Serge Mol hace referencia al origen del término:

“En un antiguo tratado militar chino, el San Lue (San Ryaku en japonés), el cual data del período que abarca del 722 al 481 antes de cristo. Se puede encontrar un pasaje que proclama “Ju yoku sei go”, o “La suavidad es buena controlando a la dureza”. Esto dio comienzo a la idea popular de que, para poder derrotar a una fuerza mayor, una fuerza inferior, no debe nunca tratar de oponer resistencia. Aplicando este concepto al combate a corta distancia podemos decir que la fuerza menor debe permitir ser empujada o tironeada para anular a la fuerza atacante. “Trabajar con”, en lugar de “resistirse a” una fuerza agresora, ayudará a desbalancear al atacante logrando que este caiga.”

El ideograma chino de “ju” en japonés puede leerse también como yawara (柔 – flexibilidad o suavidad). Este término es el que se utilizaba antiguamente para definir lo que ahora llamamos ju jutsu. Si nos vamos aún más lejos en el tiempo, nos encontraremos con que el término utilizado para definir este método de combate era tai jutsu (体術 – técnica corporal). Es esta combinación de kanji la que utilizamos hoy en día cuando queremos referirnos a las habilidades aprendidas en Bujinkan dojo.

En conclusión, el término ju jutsu / yawara / tai jutsu define un método de combate a corta distancia, el cual puede ejecutarse con o sin armas, ya sea de forma ofensiva o defensiva, para dominar a uno o varios oponentes que pueden estar o no armados.

El término ninjutsu por otro lado hace referencia a la técnica o la capacidad de perseverar, pudiendo traducirse el kanji de nin (忍) como: perseverar, resistir, aguantar o sigilo. El mismo está compuesto por otros dos caracteres, el primero es to (刀) espada y el segundo shin (心) corazón, espíritu o conciencia.
En occidente nuestro arte se popularizó bajo el nombre de ninjutsu, sobre todo impulsado por el ninja boom que se dió en la década del 80 y por ser la única escuela a nivel mundial que se dedicaba a la enseñanza de la disciplina de forma abierta. Por lo tanto, definir la práctica que se lleva adelante en Bujinkan dojo solo como ninjutsu es incorrecto, ya que esta disciplina es parte de un currículum mucho más completo y extenso.

En el caso particular de una de nuestras escuelas de ninpo, Togakure ryu, podemos encontrar también un extenso listado de disciplinas que debían ser dominadas por sus practicantes:

SHINOBI HAPPO HIKEN:
1- Taijutsu, Hichojutsu, Nawa nage.
2- Karate Koppo Taijutsu, Jutaijutsu.
3- So jutsu, Naginata jutsu.
4- Bo jutsu, Jo jutsu, Hanbo jutsu.
5- Senban nage, Ken nage jutsu, Shuriken.
6- Ka jutsu, Sui jutsu.
7- Chikujo Gunryaku hyoho (Fortificación militar, estrategia y tácticas).
8- Onshin jutsu (Ocultamiento).

HIKEN JUTSU (artes secretas del sable):
Shinobi gatana, Kodachi jutsu, Jutte y Tessen.

Mas adelante en el tiempo esto devino en el TOGAKURE RYU JUHAKKEI (18 formas):
1- Educación espiritual.
2- Koppo jutsu (habilidades del cuerpo).
3- Kenjutsu.
4- Bo jutsu.
5- Shuriken jutsu.
6- Kusari gama.
7- So jutsu.
8- Naginata jutsu.
9- Bajutsu (equitación militar).
10- Suiton no jutsu (técnicas en el agua).
11- Kajutsu (uso del fuego y los explosivos).
12- Heiho (estrategia).
13- Espionaje.
14- Infiltración.
15- Ocultamiento.
16- Disfraces.
17- Camuflaje.
18- Conocimiento climático y medioambiental.

Todas estas disciplinas se combinaban con el Bugei Juhappan transformándose de este modo en las 36 estrategias de Togakure ryu.

PILARES DE LA PRÁCTICA.
Si bien ju jutsu y tai jutsu son terminos que parecieran definir lo mismo, la práctica de tai jutsu (体術) hace referencia a la utilización del cuerpo como un todo. Los movimientos del practicante deben ser fluidos y naturales, estando en armonía con el espacio y con el oponente. Para lograr esto se intenta alcanzar una integración de la acción y la intención. A esto lo denominamos shin gi tai ichi (心技体一): El espíritu la técnica y el cuerpo se hacen uno. Lograr esto lleva muchos años de entrenamiento y dedicación.

Si bien el TAI JUTSU es una disciplina integral, podemos clasificar sus técnicas en distintos apartados que nos permitirán abordar su estudio de forma organizada:

JUNAN TAISO (柔軟体操): Ejercicios de elongación y respiración.
TAIHEN JUTSU (体変術): Rodamientos, saltos, formas de absorber caídas y ejercicios de acrobacia.
TSUKI WAZA (突き技): Técnicas para golpear con los puños.
GERI WAZA (蹴り技): Técnicas para patear.
JUTAIJUTSU (柔体術): Técnicas de lucha a corta distancia agarrando al oponente.
NAGE WAZA (投げ技): Técnicas de proyección para lanzar al oponente.
GYAKU GI (逆技) o KANSETSU WAZA (関節技): Técnicas de luxación.
SHIME WAZA (絞技): Técnicas de estrangulamiento.
NE WAZA (寝技): Técnicas en el suelo.
GATAME WAZA (固技): Técnicas de control o retención.
KAESHI WAZA (返し技): Técnicas invertidas o contra técnicas.
HA JUTSU (破術): Técnicas de escape.
HEIHO (兵法): Estrategia.

Una vez que el practicante es capaz de reconocer cada uno de estos pilares debe internalizarlos a través de una práctica sistemática que le permita dominarlos. Habiendo logrado esto el próximo paso será combinar todas estas habilidades de forma aleatoria y natural, según las necesidades que se le planteen a la hora de entrenar en el dojo. 

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Miércoles de 20:00 a 22:00 hs – Práctica de Taijutsu 
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Sábado de 16:00 a 18:00 hs
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